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miércoles, 5 de mayo de 2010

Munckin

Que se puede decir del Munckin que no se haya dicho ya. En mis tiempos de escritor de la Sima incluso escribí una historia de ficción basándome en una partida de munchkin, pero anda por los residuos de la Sima y no he sido capaz de encontrarla.

El caso es que esta entrada es un agradecimiento a Steve Jackson, y a la noche de borrachera que le hizo pensar en las reglas de ese señor juego de cartas dibujado por John Kovalic, que nos ha venido tan bien en nuestras horas más oscuras y deprimentes, cuando los gatillazos roleros nos acosaban antes de la invención del proagra, (la pastillita azul cielo mitad prozac, mitad viagra. Ya sabes, si no se te pone dura, no te importa...) cuando nuestros más íntimos miedos se hacian realidad y salían baboseantes de debajo de la cama para devorar nuestras entrañas y, sobre todo, cuando no eramos suficientes para una buena partida o no habiamos engañado a ningún Master.

Por el Munchkin y todas sus expansiones (exceptuando a partir de la 3ª, que ya se pasaron) un paso al frente y una salva en su honor

2 comentarios:

Y Dios agarró barro húmedo y lo moldeó, y le añadió apéndices a imagen y semejanza de sus soldados de plomo y le insufló vida y dijo: ¡Tú eres el hombre! Y el hombre fue. Y Dios vió que esto era bueno.
Y el diablo, que pasaba por allí, inventó los poliedros de plástico y se los dió al hombre, tentándole con el vicio del rol y el azar de los dados.