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martes, 31 de enero de 2017

Reflexiones desde el trono… de hierro

He estado jugando mal a Canción de Hielo y Fuego: El Juego de Rol. Y ha tenido que ser el Príncipe Valiente el que me explicara las razones.

Cuando empezó el boom con la serie de televisión de Juego de tronos era cosa habitual oír conversaciones de autobús acerca de armas, armaduras y dragones que escupen fuego… como en cualquier asociación de juegos que se precie, pero en la VidaReal TM. ^.^

Si es espectacular, actual, mainstream... ¿sigue siendo friki?

Aunque a estas alturas la fiebre ya ha pasado un poco, en su momento un montón de nuevos jugadores que acudían a nuestras mesas de juego dispuestos a revivir (o, tratándose de lo que se trata, remorir) las aventuras de sus personajes preferidos de Canción de Hielo y Fuego.

Al principio, como máster con bastantes tablas, me limité a adaptar las sesiones a cualquier otro sistema para que casaran con la ambientación. Tuve diverso éxito con esas aventuras en la que aguerridos guerreros tomaban al asalto grandes castillos y las intrigas costaban la vida de los más valientes a la mínima de cambio, así que finalmente, ante la gran demanda, la asociación invirtió algunas monedas de oro (y no precisamente pocas) en el juego de rol, el producto “oficial” de la mano de Edge.

Y empezaron los problemas.

El juego es muy completo, tan completo que parece un simulador de la realidad de Poniente y casi te da la sensación de meterte en un capítulo de la serie de televisión, con la salvedad de que tú puedes ser cualquiera, ejercer cualquier papel y, en definitiva, vivir las aventuras jamás contadas en el sur del Muro (o en el norte, con el suplemento adecuado).

Y eso no es cierto.

O, por lo menos, no es cierto a nivel de mecánicas. Con un grupo de juego más o menos estándar, que se reparten los roles típicos de cualquier juego y que se pueden ver en la serie y las novelas (luchador/explorador/hombre-para-todo/intrigante), las diferencias entre personajes de distinto tipo son abismales y para nada comparables.

Desde la propia la creación de personajes (se tarda un buen rato en hacer un PJ debido a la larga y extensa lista de opciones, rasgos y movimientos especiales para elegir) hay que elegir si especializarte en habilidades físicas o sociales o no hacerlo y ser mediocre en ambas.

Todo super épico: Un tipo enfrentándose a mil... y sobrevive

Hasta aquí nada del otro mundo, la sorpresa viene cuando descubres que “mediocre” significa que estás muerto. Lisa y llanamente, o estás especializado y entonces machacas a tus contrincantes sin piedad (ya sea en intrigas o en combates físicos) o te machacan a ti. Y casi es peor cuando dos mediocres se enfrentan entre sí, porque eso se convierte en una ensalada de dados rodando durante horas, sin ningún personaje capaz de imponerse sobre el otro.

Esto trae quebraderos de cabeza al máster: “Inflar” las características de los PNJ para que resulten un desafío a los PJs más potentes, resulta en un exceso de fichas nuevas por defunción de PJs que se ven involucrados sin tener las habilidades necesarias.

Voy a poner un ejemplo ilustrador de la que fue una de mis primeras sesiones:

El maestre de la Casa Trendal (un PJ) tiene que viajar a un castillo aliado cercano para atender a la futura esposa del Señor del Valle Oscuro. Sale del castillo de Umbra con una escolta de 2 caballeros ungidos (ambos PJs), el capitán de la Guardia (PJ caballero errante), su ayudante (PJ intrigante/cuidador de cuervos) y media docena de sirvientes y soldados que acompañan al carruaje. En definitiva, un cortejo pequeño pero impresionante si hacemos caso a la propia ambientación de CdHyF, que debería ser capaz de amedrentar a la mayoría y de vencer a los que no pudieran asustar.

Por el camino, oh sorpresa, les atacan unos bandidos que resultan no ser tales, sino mercenarios de una casa rival que quiere frustrar los planes de boda. Es decir, PNJs luchadores entrenados contra un mix de PJs luchadores (y con buen equipo), PJs intrigantes y PNJs carne de cañón.

Guerrero, princesa, arquero, maestre... todos muertos

El resultado fue el siguiente:

Los PNJs rodearon al grupo. La mitad murió a manos de los caballeros, que no sufrieron ni un solo punto de daño debido a su armadura. La otra mitad se las arregló para pasar por la piedra al maestre, a su ayudante y a todos los sirvientes, incluyendo al capitán de la guardia después de una guerra de desgaste que no tuvo nada de épica.

Y estas mis conclusiones:

- Matemáticamente hablando, un mercenario básico armado con espada (¡de acero de verdad!) contra un caballero con armadura NO TIENE NADA QUE HACER, salvo agitar la mano y esperar a morir. Su superioridad numérica sólo sirvió para dar tiempo a sus compañeros a culminar una carnicería entre PNJs.

- El capitán de la guardia hizo bien su papel, pero sólo porque era el único del grupo no especializado. Con un estatus medio y unas habilidades físicas también medias, sobrevivió a los primeros turnos del combate pero no brilló en él y finalmente, murió por una mala tirada.

- El maestre y su ayudante (intrigantes ambos) no pudieron hacer nada salvo mirar… y morir. No se defendieron ni siquiera, porque una tirada media de sus oponentes era suficiente para mandarlos dos veces al otro barrio.

Es decir, que tras el encuentro introductorio, tenía 2 PJs muertos y humillados, un PJ también muerto pero que además se aburrió tirando dados sin sentido y 2 PJs que se creían invulnerables hasta que el Señor del castillo los venció en una intriga sin necesidad de tirar por la regla de “mi estatus es superior al tuyo” y fueron ajusticiados por haber permitido la muerte del maestre.

Todo muy juego de tronos, muy sangriento y sucio, como a mí me gusta pero… Esto no es ZCorps que en 15 minutos has hecho fichas para todos los jugadores, en este juego puedes fácilmente dedicar una hora por PJ, con múltiples consultas en varias tablas del libro y una cierta exigencia para crear un personaje “plausible”, así que había dedicado unas 3 horas a las fichas y otras 4 a la sesión… Una de mis reglas no escritas es que cuanto más se tarda en hacer una ficha, más sesiones tiene que vivir un PJ para que salga “rentable”. Aplicando esa regla, un PJ debería durar al menos 4 o 5 sesiones intensas, más si no ha corrido grandes riesgos. Aunque sea juego de tronos...

El primero que abra los ojos... muere

Claramente, había algo que no estaba haciendo bien, pero hasta que no he releído “El Príncipe Valiente” (¡que utiliza monedas como dados!) no me di cuenta de cuál era el motivo por el que las partidas se estancaban o acababan convertidas en una picadora de carne. Al principio, en la introducción de EPV, cuentan que es un juego de rol de caballeros y que todos los jugadores tienen que jugar con ellos. De hecho, se omiten las reglas para la creación de cualquier otra “profesión” y todos los no caballeros son tratados como secundarios.

Al leer eso se me iluminó la antorcha: CdHyF no está diseñado para que cada uno lleve una “clase” diferente. Efectivamente, como dice el manual, puedes ser lo que quieras, pero también podrían avisar de que todos los jugadores tienen que llevar personajes equivalentes.

Es decir, para que funcione en mesa, todo el mundo tiene que llevar el mismo “tipo” de personaje. Realmente es como si fuera un 3x1: Caballeros ungidos con brillante armadura para batallas épicas, cortesanos e intrigantes para partidas de seducción y engaño y caballeros errantes/mercenarios con equipo gastado y viejo para explorar, hacer recados y mazmorrear de manera más clásica.

¿Alguien ha tenido la misma sensación con este juego? ¿O alguno parecido? Ahora estoy rediseñando el mundo de campaña y estoy barajando una serie de ideas, pero se aceptan sugerencias para mejorar.

Para empezar, ¿con cuál de estas os quedaríais?

A) - Cada jugador controla 3-4 PJs, eligiendo el más apropiado para cada “misión”. La experiencia se repartiría bien de manera que el jugador la distribuya como desee, directamente a sus PJ. Lo veo bien para partidas “tradicionales”, de mazmorreo/exploración, donde la historia está centrada en las aventuras de los personajes.

B) - Todos los PJs pertenecen a la Casa, formando una reserva de la que pueden ser escogidos según la misión. La experiencia iría directamente a la Casa, probablemente en forma de Gloria y riquezas. Esta manera está más centrada en el desarrollo macro, la Casa es el centro de la historia y el desarrollo de los PJs no sería tan importante, un poco al estilo de Pendragón.

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