Supongo que todos, mis queridos frikis, os habréis jugado algo a los dados alguna vez. Hay quién lo considera una enfermedad, cuyos síntomas más típicos consisten en elegir los ingredientes de la pizza de la partida del viernes o cuantos rollitos primavera eres capaz de comer mediante una tirada aleatoria con nuestros mejores amigos: Los poliedros de plástico.
Pues bien, he llegado a alcanzar tal grado de desarrollo de esta enfermedad y de amor por mis dados y confío tanto en ellos, que ayer me jugué una Matrícula de Honor de mi carrera con ellos con otro compañero. La tirada en sí fue precedida por una tirada anterior para ver quien tiraba primero, hecha por nuestro testigo. Le tocó a mi contrincante, que cogió el dado (1D10, por supuesto) y lo lanzó rebotando por toda la mesa. Cuando terminó de girar, vimos el resultado: Un 8.
Mi turno. Cogí el dado, hice mis cálculos mentales, calibré bien el dado, mire fijamente a los ojos a mi colega y dije: A superar, ¿no? Y lancé el dado. Rebotó, giro y saltó como un condenado y empezó a hacer la peonza encima de la mesa. Todos estábamos con el corazón en un puño esperando el resultado. Un 9.
Y gané un montón de puntos en mi frikrómetro…
4 comentarios:
Todo el mundo sabe que un 9 si es matricula, y 8 no
Verdaderamente si, ahora sólo me tengo que presentar a un examen y regalar un jamón...
Cuando le dije a mi hermano la asignatura, dijo que era factible.
¿Ves? Te lo dije
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