Desde el blog de nuestro amigo El Contemplador, me enteré en su momento del concurso Taura de alquimia. Obviamente no gané, pero he aquí el resultado de mis esfuerzos.
Siguiendo las instrucciones del Gran Maestro Fulcanelli, cuyos escritos llevas años estudiando, hoy, mi más avanzado aprendiz, vas a aprender el secreto último de nuestro oficio. Te estarás preguntando si después de todos estos años de esfuerzo por fin tendrás la recompensa material con la que soñabas cuando aún eras un muchacho que acababa de entrar a mi servicio. Si es así, siento decepcionarte. Mira a tú alrededor. ¿Crees que si yo poseyera ese secreto viviríamos aquí? ¿Rodeados de vapores tóxicos? ¿Sucios, harapientos y hambrientos? No, hijo mío, no. La alquimia es conocimiento, y como tal, requiere de duros sacrificios. Pero también es arte, y de esa otra forma, siempre se manifiesta esquiva, fugaz y desagradecida. No has elegido el camino fácil, pero no te arrepentirás. Ahora, empieza a leer. Y recuerda, el más mínimo fallo sería fatal.
La construcción del llamado Huevo Cósmico, Huevo Alquímico o Huevo Filosofal es el primer paso en una de las vías que conducen a la obtención de la Piedra Filosofal, objetivo último de cualquier alquimista que se precie, principalmente para lograr la transmutación de metales comunes en oro y plata. Sin embargo, la utilidad del Huevo no acaba ahí, sino que sus propiedades pueden ser utilizadas para crear materiales y artefactos de utilidad mucho más práctica e inmediata que los simples aunque relucientes metales nobles. Así, se han dado casos de alquimistas famosos por crear aleaciones con propiedades especiales, ungüentos de rasgos extraordinarios e incluso algunos cosecharon grandes fortunas con la creación de fragancias personales para damas de alta alcurnia.
El artefacto en sí es un recipiente transparente, con forma de huevo o calabaza y herméticamente cerrado. En su interior se producirán toda la serie de transmutaciones que, al igual que los cambios del embrión en el interior de un huevo y, si todo sale bien, darán finalmente nacimiento al producto final.
La preparación, formación y "gestación" de este Huevo Alquímico es muy larga, puede durar meses, incluso años, se necesitan materiales muy selectos, especiales y de alto grado de pureza y a menudo es necesario contar con un Huevo ya formado para finalizar el proceso, del que no hay ninguna garantía de éxito. Es por eso que la obtención de un artefacto de estas características es muy improbable, y su posesión, muy peligrosa de ser conocida, ya que aunque los beneficios potenciales son muy grandes, muchos darían cualquier cosa por obtener uno de estos Huevos.
Cuando el alquimista utiliza el Huevo en la última fase su trabajo, mezclando todos los ingredientes previamente purificados y tratados dentro del recipiente a las condiciones de temperatura, presión y humedad óptimas, y lo cierra herméticamente, debe poner especial cuidado y atención, ya que cualquier error puede dar al traste con una labor de años. Su base de observación serán los cambios de color y apariencia de la mezcla en el interior del recipiente, ya que es el único modo de saber si las cosas marchan bien o mal sin alterar el proceso.
Si las cosas marchan bien, en el caso de la Piedra Filosofal, el contenido del Huevo adquirirá primero un color negro intenso, luego aparecerán en su superficie unos corpúsculos, después adquirirá un color blanco, verde y amarillo, (esta fase que es representada en los grabados con la figura de un pavo real con la cola desplegada), y finalmente será de un blanco deslumbrante. Este es el punto culminante. A partir de aquí, la mezcla deberá teñirse de rojo y el proceso habrá terminado: la Piedra filosofal será ya un hecho.
Si las cosas van mal, en cambio, los signos serán distintos dentro del Huevo. Aparecerá un aceite rojizo flotando en la superficie de la mezcla, o el blanco deslumbrante final pasará al rojo con demasiada rapidez, o su solidificación será imperfecta, se fundirá como la cera al más débil calor. Entonces el trabajo habrá sido en vano. Será preciso volver a abrir el recipiente, intentar tratar la mezcla con agua mercurial, y volver a iniciar la operación en espera de una mejor suerte, siempre y cuando el recipiente no haya sido irremediablemente dañado o se produzca una explosión desastrosa.
De todas maneras, la obtención de la Piedra Filosofal es una tarea demasiado lenta y ardua para una sola vida, por lo que el alquimista que espere sacar un provecho apreciable de sus habilidades debería tratar de marcarse metas menos ambiciosas pero más realistas, como podría ser la obtención de metales mas duros, alivios contra enfermedades o combustibles más eficientes. Cada material a conseguir tendría sus propios cambios de color y densidad, pero todos ellos serían muy delicados y difíciles de obtener.
Espero que a alguien le sirva al menos de inspiración. La verdad es que no llegué a entender ni siquiera de que iba el juego, pero me pareción interesante.
2 comentarios:
Pues a mi me ha encantado y supongo que te faltado un poco de concreción, es decir relatar com o si de una receta se tratase de como crear ese huevo filosofal, poniendo una lista de ingredientes, situaciones y sobre todo un fecha que sólo se de una vez en la vida como el paso del Halley o algo parecido y un resultado a efectos de juego del onjeto en sí.
Ha mi me ha gsutado mucho tu relato, lástima que no ganases!!
supongo que no conocer ni siquiera el sistema de juego fue una tara importante, no sabía si querían una receta, una idea desarrollada o solo el bosquejo...
de todas maneras, ¡muchas gracias Haco! minipunto para Ki :D
Publicar un comentario